Culex Pipiens Molestus
No, no es el nombre de una parada del metro de Londres, ni el nombre de un emperador romano, y tampoco es una especie extinta de humanos que vivieron en la prehistoria, sino que el propietario del nombre Culex Pipiens Molestus es un pequeño y molesto insecto volador: el mosquito.
Y seguramente os peguntaréis por qué este mosquito es tan especial que merece un artículo.
Pues bien, resulta que este pequeño insecto tiene el honor de ser el único mosquito que ha evolucionado dentro del metro de Londres, así que merece la pena investigar el porqué de la cuestión, ¿no os parece?
Se puede decir que el mosquito Culex Pipiens Molestus es una subespecie que proviene de la familia Culex Pipiens, es decir, que son primos hermanos. Al principio todos eran Culex Pipiens y vivían felices volando por todas partes, pero un acontecimiento inesperado provocó que unos cuantos miembros de esta gran familia acabaran bajo tierra.
Todo empezó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando los alemanes sobrevolaban la ciudad de Londres y de vez en cuando tiraban alguna que otra bomba, cosas de las guerras. Por aquél entonces, se estaban construyendo los túneles por los cuales circularía el metro de la ciudad y en esos momentos sirvieron para algo mucho más práctico y que probablemente salvó muchas vidas, fueron refugios antiaéreos. Los londinenses iban a esos túneles durante las incontables noches en las que había bombardeos y allí se quedaban hasta que todo había pasado.
Las instalaciones de esos túneles no eran precisamente como las de un hotel de cinco estrellas, más bien al contrario. La higiene brillaba por su ausencia y en lugar de piscina había agua estancada, lo cual hacía que los túneles fueran el spa ideal para un tipo de clientes muy selectos, como por ejemplo ratas, garrapatas, piojos, pulgas y otros bichos varios. Estaban encantados de la vida, todos llevaban la pulsera del “todo incluido”, campaban a sus anchas y disfrutaban de todas las comodidades del entorno.
Evidentemente, uno de los clientes habituales de los túneles era nuestro amigo Culex Pipiens, el cual pasaba temporadas en su hábitat habitual, el exterior, y de vez en cuando se pasaba por la parte subterránea para disfrutar del entorno y también, como no, para evitar que alguna bomba les pillara por sorpresa.
En fin, que al final, se acabó de construir el metro de Londres y muchos de los túneles que se habían excavado fueron sellados y aislados de la superficie, lo cual no fue notificado a los mosquitos que deambulaban por allí. Ajenos a lo que unos seres bípedos llamados humanos estaban haciendo, prosiguieron su estancia en los túneles y ¡Oh sorpresa! Cuando quisieron ir al exterior se encontraron que no podían salir de allí, estaban atrapados.
Después de la confusión que una situación así crea, los mosquitos decidieron por unanimidad que no iban a morir allí dentro, sino que harían lo posible para sobrevivir. Hay que señalar que el instinto de supervivencia de los seres vivos es muy fuerte, y aquellos mosquitos no iban a ser menos.
El primer problema a solucionar era el tema de la alimentación, ya que los Culex Pipiens se alimentaban esencialmente de la sangre de pájaros, los cuales, mira por dónde, se encontraban en la superficie. Así pues, su dieta pasó a ser la sangre de las ratas y la de los humanos, siendo esta última su preferida.
Probablemente el tema del nombre familiar fue la segunda cosa a discutir, ya que iba relacionado con el tema de la comida. Poder hincarle el diente a un humano y salir ileso de la misión no era tarea fácil, requería de una técnica muy avanzada y revolucionaria que consistía en revolotear alrededor de la víctima elegida, hasta encontrar el momento oportuno en el que el humano estaba un poco despistado y atacar. Los mosquitos se percataron de que los humanos se dirigían a ellos usando una misma palabra de manera recurrente, y esta palabra era “molesto”, de ahí que la nueva subespecie de mosquitos pasara a llamarse “Culex Pipiens Molestus”.
Otro de los aspectos que cambiaron con respecto a sus colegas del exterior fue el de no hibernar. En el exterior era fácil saber qué estación del año era y por tanto, todos eran conscientes de en qué momento había que echarse a dormir. No obstante, en el mundo subterráneo los mosquitos no disponían de esta información, aunque si se hubieran fijado en la ropa que llevaban los humanos quizá hubieran tenido alguna pista.
También la forma de ligar sufrió alteraciones. En el exterior, para emparejarse y reproducirse, los mosquitos se agrupaban en enjambres, y podían hacerlo porqué disponían de muchísimo espacio. En el caso de los mosquitos del metro, como eran muchos menos y no tenían tanto espacio, lo de agruparse no parecía lógico. ¿Cómo lo solucionaron? Pues cada individuo se buscaba la vida, se acercaba a su posible pareja y si se gustaban, pues a aparearse y a por otra cosa mariposa.
Básicamente esta es la historia de este mosquito que evolucionó en el metro de Londres. Aunque solo a esta subespecie se la llama “Molestus”, hay que decir que el nombre podría hacerse extensible a todos los mosquitos en general, ya que para los humanos no es nada agradable recibir un picotazo de estos bichos. Suerte que nosotros también somos capaces de idear artilugios y productos varios para combatir a los Culex Pipiens Molestus o a cualquier otro mosquito que ose acercarse a nosotros con la intención de comerse nuestra sangre.
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