El espíritu navideño
Estamos a las puertas de otras Navidades y ya notamos ese gusanillo que se nos mete en el cuerpo y que no sabemos ni cómo ni por qué nos hace sentir de una manera especial y diferente a como lo hacemos el resto del año.
¿Serán las luces que iluminan las calles de pueblos y ciudades? Quizá la ilusión de compartir nuestra mesa con nuestros seres queridos, ya que estas fiestas son un motivo ideal para reunir a la familia. Eso lo sabrán muy bien todos aquellos que tienen hijos u otros familiares viviendo en otras ciudades o incluso otros países. Ya lo cantaban en un anuncio de turrón “vuelve, a casa vuelve, por Navidad”.
La expectativa de recibir regalos también podría ayudar a sentir ese cosquilleo en el cuerpo. Es en esta época del año cuando nos regalan los calcetines y la ropa interior que nos pondremos durante el año siguiente. Bufandas, guantes, perfumes y otros productos similares también son típicos en estas fechas, al menos en aquellos lugares donde la Navidad es en invierno. Quizá en los países donde se celebran estas fiestas a 25 o 30 grados, el regalo típico sean bañadores, cremas solares o toallas de playa.
Otra explicación sería la cantidad de películas que nos ponen en la tele y que dan una atención especial a determinados valores como la compasión, la generosidad, la solidaridad, la paz, el amor...
Sea lo que sea, debemos admitir que por Navidad nos sentimos diferentes, nos envuelve un ambiente especial y durante unos días nuestra vida sale de la rutina y se llena de ilusión, la cual cosa no es menor si tenemos en cuenta que durante el año y debido al estrés de nuestro ritmo de vida hay poco margen para sentirnos así.
Origen nórdico
Cuando pensamos en la Navidad y nos preguntamos qué celebramos, posiblemente la respuesta sea el nacimiento de Jesús. No obstante, no se ha demostrado que este acontecimiento tuviera lugar el 25 de diciembre. Además, según diferentes estudios, la celebración de la Navidad ese día tiene que ver con los romanos y el dios Saturno al cual honraban en esa fecha. Más tarde, cuando la religión cristiana se impuso, acabó siendo un acto de alegría y agradecimiento por el nacimiento de Jesús.
En cualquier caso, lo que sí parece plausible es que lo del espíritu navideño tuviera que ver con un fenómeno astrológico: el solsticio de invierno.
El 21 de diciembre el hemisferio norte de la Tierra se encuentra en su punto más alejado con respecto al sol, lo que conlleva el inicio del invierno. Al parecer, los celtas creían que ese día el sol moría y volvía a renacer el día 25. Según la leyenda, el día 21 entre las diez y las doce de la noche, el Espíritu de la Navidad bajaba a la Tierra con el propósito de repartir abundancia, paz y amor para el año siguiente. La gente daba las gracias por lo recibido el año anterior y pedía deseos para el año siguiente. Parece ser que la formulación de los deseos debía seguir unas pautas: Primero había que pedir deseos por el bien de la humanidad, segundo para el país, tercero para familiares y amigos, y por último las peticiones personales.
El espíritu navideño hoy en día
Está claro que, aunque muchas personas celebran la Navidad por motivos religiosos, la mayoría de los mortales lo viven de manera diferente. Quizá se ve más como una tradición que ocurre una vez al año, donde decoramos nuestros hogares, la familia se reúne, se come más de la cuenta y se dan regalos.
¿Podemos encontrar el espíritu navideño en esta sociedad de consumo en la que vivimos, donde lo importante en estas fechas es comprar? Bien, donde seguro que lo encontramos es en los niños, especialmente los más pequeños. Estos días están ilusionados por toda la magia que envuelve la Navidad. Pasan cosas diferentes al resto del año: hay luces por todas partes, decorar el árbol de Navidad es todo un acontecimiento, saben que Santa Claus o los Reyes Magos pasarán por sus casas y les dejarán algunos de los juguetes que han pedido, eso sí, si se han portado bien.
¿Y qué pasa con los adultos? Bueno, la ilusión también está ahí y también los sentimientos de paz y amor; ya se encarga la sociedad de recordarnos cómo es una Navidad como Dios manda. No obstante, cada vez más gente se siente desencantada por todo ello, quizá porque muchas veces, su realidad personal no tiene nada que ver con la Navidad idílica que nos venden por todas partes.
Si hablamos con nuestros padres y abuelos, probablemente aprenderemos que para ellos estas fiestas eran muy especiales porque podían disfrutar de alimentos que solo podían permitirse de comprar por Navidad. Sus regalos incluían algún juguete, pero lo más seguro es que hubiera alguna prenda de ropa o unos zapatos nuevos. Seguramente se preguntaban por qué los niños más ricos tenían regalos bonitos mientras ellos debían conformarse con poca cosa cuando se habían portado bien durante todo el año.
Es probable que en muchos lugares del mundo la Navidad se celebre de manera muy diferente o ni siquiera se celebre, bien por guerras o por hambrunas o por lo que sea. Es posible que en la cena o la comida de Navidad haya quien eche de menos a familiares que ya no están. Aun así, seguro que los valores como el amor, la paz, la solidaridad y la buena voluntad existen en los corazones de todas estas personas que lo pasan mal, sea Navidad o cualquier otro día del año.
Así pues, quizá deberíamos tener el espíritu navideño siempre con nosotros, pero en cualquier caso, es bueno que al menos una vez al año nos recuerden que debemos agradecer todo lo bueno que nos haya pasado, que aprovechemos esa magia que se crea por Navidad para mejorar la vida de las personas que queremos e intentar ser mejor personas. Que nuestra lista de deseos para esta Navidad no incluya solo objetos, sino acciones que podemos llevar a cabo nosotros mismos y así honrar al Espíritu de la Navidad.
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