El Día de los Muertos. Homenaje a los que se han ido.
Todos tenemos nuestra propia opinión o visión sobre la muerte, probablemente porque necesitamos algún tipo de explicación que nos ayude a afrontarla. Diferentes culturas y religiones a lo largo de nuestra existencia en este mundo han abordado el tema y han buscado una manera de entender la muerte y lo que pasa después.
No entraremos a debatir sobre la muerte sino que hablaremos sobre una manera festiva de relacionarse con ella. Se trata de una de las celebraciones más conocidas en todo el planeta: El Día de los Muertos de México.
Esta fiesta, que pretende honrar a los seres queridos que se han ido, tiene lugar las dos últimas semanas de octubre, aunque los días más importantes son el 1 y 2 de noviembre. Se cree que esos días las almas de los muertos vuelven a visitar a sus familiares vivos y por eso, les preparan unos altares con diferentes ofrendas. El día 1 llegan las almas de los niños y el día 2 las de los adultos.
Un poco de historia
Nos remontaremos a la época prehispánica, es decir, antes de que los españoles llegaran a América. Por aquel entonces se creía que las personas poseían una entidad anímica o alma, la cual era inmortal, que cuando dejaba el mundo de los vivos seguía su camino hasta llegar a un lugar llamado Mitclán o lo que es lo mismo, el inframundo.
Este lugar tenía diferentes niveles, y dependiendo del tipo de vida que había tenido en vida el difunto, éste era destinado al nivel que le tocaba. Por ejemplo, los guerreros que habían perecido luchando en el campo de batalla iban a un lugar llamado Tonatiuh Ichan (Casa del Sol); en cambio, los niños iban a Cincalco, que era la casa del dios Tonacatecutli.
Cuando los españoles irrumpen en América, intentan evangelizar a los indígenas, los cuales se resisten, pero con esta festividad en concreto, se acaba combinando un poco de ambas culturas.
Los altares
Los altares juegan un papel primordial en las celebraciones. Pueden tener diferentes niveles, pero los tradicionales tienen siete, ya que representan las siete etapas por las que un alma debe pasar para llegar al descanso eterno.
Se hace una estructura con siete escalones y se tapa cada escalón con una tela. El escalón de arriba sería el primer nivel, y allí se coloca la imagen del santo al cual la familia le rinde devoción. En el segundo nivel se les da permiso a las almas para que salgan del purgatorio. En el tercero se pone sal para purificar el espíritu de los niños que están en el purgatorio. En el cuarto se coloca el típico pan de muerto, que sirve de alimento a las almas para que puedan continuar su viaje. En el quinto, se pone la comida preferida por el difunto, la foto del cual se coloca justo en el siguiente nivel, el sexto. Por último, en el séptimo escalón se coloca la cruz de un rosario.
Además de todos estos elementos se colocan otras ofrendas, como por ejemplo:
1. El papel picado de colores, que simboliza la unión entre la vida y la muerte.
2. Objetos personales y fotografías de la persona fallecida.
3. Velas y veladoras blancas que simbolizan el amor y sirven para guiar a las almas de vuelta a casa.
4. Flores de cempasúchil. Se las llama también las flores de los veinte pétalos, y simbolizan el resplandor del sol y permiten a las almas encontrar el camino hacia sus familiares en la tierra.
5. Calaveritas de dulce, que sustituyen a los cráneos que se usaban antiguamente para honrar a sus dioses. Pretenden recordar que nuestra presencia en este mundo es pasajera.
6. El incienso o copal, que se pone para ahuyentar a los malos espíritus.
En resumen, la celebración del Día de los Muertos nos da una visión de la muerte distinta. Sigue siendo un acontecimiento triste para las personas que pierden a sus seres queridos, pero al mismo tiempo se vive como un nuevo comienzo para los que se han ido. El hecho de honrarlos una vez al año, les hace estar presentes entre los vivos y se da la circunstancia que convergen dos sentimientos: el duelo por su pérdida y la celebración porque vuelven a estar entre nosotros.
Abordar un tema tan sensible no es fácil, pero quizá entender que la muerte forma parte de nuestro viaje, nos ayuda a afrontarla de otra manera. En la cultura mexicana se tiene la creencia de que la muerte es una despedida con los vivos pero también un reencuentro con los que se han ido, con lo cual hay una parte triste, pero también la parte reconfortante de ver a los familiares que te esperan al otro lado.
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