Zero waste, ¿una moda o una necesidad?
Esta semana se ha puesto en marcha una campaña para evitar el uso de plástico. Eso se traduce básicamente en comprar alimentos que no vayan envueltos en este material tan altamente contaminante.
Los que hayáis intentado seguir este boicot al plástico os habréis dado cuenta de que no es tan fácil como parece. La mayoría de productos vienen envasados en este material y los que no, como la fruta y la verdura, se acaban poniendo en bolsas de plástico.
Si miramos a nuestro alrededor, muchos de los productos que usamos están hechos o envueltos en plástico. Lo que no vemos es el montón de deshechos que se van acumulando en algún lugar escondido o en nuestros mares. Ya lo dice el refrán “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Los humanos tenemos una peculiaridad, no actuamos hasta que el problema nos afecta directamente. Si nuestro jardín fuera elegido para ser el contenedor de plástico de nuestra calle, ¿a que no nos gustaría demasiado?
¿Qué tiene que ver todo esto con el zero waste?
Cada vez más gente toma conciencia de que nuestro mundo se va al garete, y que si esperamos a que el problema nos afecte directamente, probablemente ya no podamos hacer nada al respecto.
Así que, algunas personas empezaron a seguir una filosofía de vida llamada “zero waste”. Este movimiento pretende reducir al máximo los residuos que generamos para no echar más basura al vertedero.
Muchos diréis que ya recicláis, cosa que evidentemente ayuda, pero que no es la solución. Lo ideal sería no generar residuos, o al menos reducirlos al máximo. Probablemente diréis que eso es misión imposible y quizá tengáis razón, pero también es cierto que mucha gente que sigue la filosofía “zero waste” lo consigue.
Una vida basada en el “zero waste”.
Esta filosofía de vida sigue la norma de las cinco “Rs”: Refuse (rechazar), Reduce (reducir), Reuse (reutilizar), Recycle (reciclar) y Rot (descomponer). Veamos con más detalle cada una de ellas:
1. Refuse (rechazar).
Es decir, rechazar aquellos productos que están envueltos en plástico, o aquellos que son de usar y tirar. Con esto se evita generar residuos y, por consiguiente, menos basura acaba en los vertederos.
Se compra la fruta y la verdura en el mercado y se compra a granel en lugar de en paquetes. Se sustituyen las bolsas de plástico por bolsas hechas de tela, las cuales se pueden usar tantas veces como se quiera. Para aquellos productos que no se pueden poner en bolsas, se pueden usar tarros de cristal o recipientes de metal.
En cuanto a productos de usar y tirar como los pañales o compresas, ya existe en el mercado la versión reutilizable, por si queréis probar.
2. Reduce (reducir).
Otra manera de no enviar basura al vertedero es comprando solo lo necesario. Nuestros abuelos ya lo hacían porque no disponían de mucho dinero y por tanto, solo compraban lo justo y necesario. No obstante, nuestra generación posee un poco más de liquidez y eso hace que muchas veces compremos objetos que acaban olvidados en un cajón.
Esto requiere un nuevo enfoque a nuestros hábitos de consumo, lo que nos lleva a preguntarnos si realmente aquello que queremos adquirir es imprescindible.
3. Reuse (reutilizar).
Se trata de intentar buscar un uso nuevo a aquello que, por la razón que sea, ya no queremos conservar, y eso requiere imaginación y creatividad. Por ejemplo, unos pantalones pueden convertirse en unos shorts, o en un bolso.
Otro concepto al que todavía no estamos demasiado acostumbrados pero que cada vez practican más personas, es la compra de objetos de segunda mano. Es otra manera de alargar el uso de un objeto.
4. Recycle (reciclar).
Parece que reciclar es la solución a la gestión de los residuos, pero la realidad no es tan idílica como parece, ya que este proceso requiere el uso de mucha energía, y muchos productos una vez reciclados, acaban en los vertederos. Aun así, evidentemente hay que reciclar.
5. Rot (descomposición).
Este paso se centra en la descomposición de los productos orgánicos. Para aprovechar estos residuos se aconseja hacer compost y así tener tierra fertilizada para nuestro jardín o para nuestras plantas.
Muchos podéis pensar que es muy difícil seguir estas directrices, y probablemente tenéis razón. Para poder seguir esta filosofía de vida hace falta un cambio de mentalidad y de hábitos que muchas veces no queremos hacer.
Pero quizás, si pensamos en que nos jugamos nuestra existencia en este maravilloso planeta, nos demos cuenta de que igual vale la pena intentar hacer algunos cambios en nuestra manera de actuar.
Os dejo con una profecía india:
“Sólo cuando el último árbol esté muerto, el último río envenenado, y el último pez atrapado, te darás cuenta de que el dinero no se puede comer.”
Añadir comentario